Uno de los primeros ejemplos de investigación forense dental fue un episodio espeluznante en la Roma antigua. Agripina, la madre del emperador romano Nero, envió a sus soldados a asesinar a la acaudalada divorciada Lolia Paulina, por miedo a que ella representara una amenaza al poder del emperador. Agripina exigió su cabeza como prueba del asesinato. Cuando ella no fue capaz de reconocer la cara distorcionada, examinó la boca de la víctima para identificar sus inconfundibles dientes.